El Growth Hacking se ha convertido en un concepto fundamental en el ámbito empresarial, especialmente en un entorno donde predominan los negocios digitales. Aunque su definición no es completamente uniforme, se refiere a la habilidad de aumentar métricas como seguidores, interacciones, impresiones, visitas, leads y usuarios en plataformas digitales. La esencia del Growth Hacking radica en obtener resultados significativos con una inversión mínima, lo cual depende en gran medida de la experiencia y conocimientos del profesional en esta área.
Es importante señalar que existe una delgada línea que separa las prácticas efectivas de las inadecuadas en el Growth Hacking. Algunas personas se autodenominan Growth Hackers tras lograr un número considerable de seguidores mediante prácticas cuestionables, como el spam. Por ello, un experto en Growth Hacking debe poseer ciertas características clave:
- Capacidad analítica: Debe ser capaz de discernir qué estrategias son efectivas y cuáles no, así como reconocer las que han quedado obsoletas.
- Creatividad: Siempre debe buscar innovar y encontrar nuevas maneras de impulsar el crecimiento de los canales.
- Conocimientos diversos: Un Growth Hacker debe tener habilidades en múltiples disciplinas que le permitan enriquecer su enfoque y alcanzar mejores resultados.
- Curiosidad: La investigación constante es vital para fomentar la innovación y descubrir alternativas valiosas.
- Agilidad: Dado que la competencia está en constante cambio, es esencial identificar y probar nuevas estrategias rápidamente, así como evaluar fortalezas y áreas de mejora.
Entre las tácticas más comunes en Growth Hacking, algunas empresas implementan modelos freemium, donde ofrecen servicios limitados de forma gratuita y cobran por funciones adicionales; utilizan invitaciones exclusivas para acceder a nuevos productos; o aplican gamificación, que consiste en incorporar elementos lúdicos en sus plataformas para motivar a los usuarios a realizar acciones específicas, como completar su perfil en LinkedIn.